Cómo se construyen los edificios
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Resumen en español
For the expert eye, architecture is not seen as an action proper of human nature. It seems that when a professional architect intellectualizes its profession he separates it, without pretending to, of its most appropriate condition: that which tells that architecture is the human -living- answer to the requirements determined by the physical condition of its surroundings. But the ideas about the places we inhabit, the ideas that are the substance of its intellectualization, suppose a build-ability. It is what has been called materialization or the concretion of desire and intention. Such materialization is reached by the instrument, that defines and marks the final configuration of the converted idea, in the case of architecture, building. But one has to say that it is a subject that works both ways: man makes the tool and the tool makes man. Nevertheless, what counts is not only the deterministic relationship, but also the fact that the physical shape of things is for humans not only communication, besides it is representation. And what it represents for the architect is in other contents, the authenticity of materials and the honesty of building. The useful fallacy of the sense of things in itself is found behind this notion. If this is not kept in mind the architect falls into the simple formalism of mixing the idea of form as essence, with the form as figure. All the previous ideas lead to declare the need for knowledge as an indispensable complement of intuition, that appreciated condition in the creative act. History in this frame of vision is history of technique more than history of style.
Resumen en español
La arquitectura para el experto, a fuerza de prestarle atención, no es vista como un hecho propio de la naturaleza humana. Parece que el arquitecto de profesión al intelectualizar su actividad la separa, sin pretenderlo, de su condición más propia: la que dice que la arquitectura es una respuesta del humano a las exigencias del entorno, una respuesta del mismo modo en el que toda forma viva responde cuando interactúa con el medio físico de su existencia. Pero las ideas acerca de los lugares que habitamos, ideas que son la sustancia de la intelectualización, suponen su fabricabilidad. Es lo que se ha dado en llamar materialización o concreción del deseo y la intención. Tal materialización está mediada por el instrumento, que define y marca la configuración final de la idea convertida, para el caso de la arquitectura, el edificio. Pero hay que decir que este es un asunto de doble vía: el hombre hace el instrumento, el instrumento hace al hombre. Sin embargo, no es solo está relación determinista la que cuenta, cuenta además, el hecho de que la forma física de las cosas es para el humano no solo comunicación si no de manera muy importante representación. Y lo que representa el arquitecto es, entre otros contenidos, la autenticidad del material y la honradez del acto de construir. Detrás de esta noción se encuentra la interesante pero útil falacia del sentido en si mismo de las cosas. Si lo anterior no es tenido en cuenta, el arquitecto cae en el formalismo más simple, confundiendo la idea de la forma como esencia con la forma como figura. Todo lo anterior conduce a declarar la necesidad del conocimiento como complemento indiscutible de la intuición tan apreciada en el acto creador. La historia en el marco de esta visión es una historia de las técnicas más que una historia de los estilos.
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Identificador ISSN
2357-626X (electrónico)