El crecimiento desmedido y poco planificado que vivió la ciudad de Bogotá a comienzos del siglo pasado junto con el desarrollo separatista entre la naturaleza y el ser humano ha puesto en jaque los recursos naturales en la ciudad y, sobre todo, los recursos hídricos que en ella se encuentran. Dicha situación ha obligado a la ciudad a crecer dándole la espalda a sus ríos urbanos, convirtiéndolos en el albergue y desagüe de los desechos citadinos y a ser ignorados en los procesos y planes de crecimiento y desarrollo de la ciudad.